Hace unos días leí en la revista digital Muy Interesante unos extractos del libro El Principito. Es un libro muy especial de muchas lecturas. Con esto me refiero a que dependiendo del momento de tu vida en el que lo lees, extraes algo diferente. Me parece un libro muy rico y que nos puede ayudar a reflexionar sobre muchos problemas que hay en el mundo y en nuestras vidas. Los extractos que más me gustaron para esta entrada son:
Posesiones y patentes. «- Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: es tuya. Y yo poseo las estrellas, puesto que nunca nadie antes que yo pensó en poseerlas.
-Es cierto-dijo el principito- Pero ¿qué haces tú con ellas?
-Las administro. Las cuento y recuento[…]-Yo, si poseo un pañuelo, puedo abrigar con él mi cuello y llevarlo conmigo a donde vaya. Si poseo una flor, puedo cortarla y llevármela. En cambio tú no puedes cortar las estrellas.
-No, pero puedo depositarlas en el banco.»
Geógrafos y exploradores. «No es el geógrafo quien va a contar las ciudades, los ríos, las montañas, los mares, los océanos y los desiertos. El geógrafo es demasiado importante para andar paseando. No abandona su escritorio. Pero en él recibe a los exploradores. Los interroga y toma nota de sus recuerdos. Y si los recuerdos de alguno de ellos le parecen interesantes, el geógrafo hace hacer una encuesta sobre la integridad moral del explorador. […]
Un explorador que mintiera provocaría catástrofes en los libros de geografía. Y también un explorador que bebiera demasiado.[…] Porque los borrachos ven doble. Entonces el geógrafo anotaría dos montañas, donde no hay más que una.»
Píldoras contra la sed. «Era un vendedor de píldoras perfeccionadas que calman la sed. Se toma una por semana y no se siente más la necesidad de beber.
– ¿Por qué vendes eso? – dijo el principito.
– Es una gran economía de tiempo – dijo el vendedor. – Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
[…] ‘Yo – se dijo el principito – si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría lentamente hacia una fuente…