Nos anima a que nuestro punto de referencia no sea nuestra supuesta inteligencia o conocimientos, sino la fuerza de nuestros compromisos. Una persona nunca fracasará si tiene una determinación por triunfar suficientemente grande.
En una ocasión le preguntaron a Albert Einstein sobre lo que haría si le dijeran que la Tierra iba a ser destruida en 60 segundos. Él contestó que emplearía los primeros 59 segundos en hacerse una pregunta y el segundo restante en contestarla.
¿Qué preguntas nos hacemos cada uno de nosotros?
Las preguntas nuevas abren en nuestras conciencias espacios nuevos que explorar que nunca nos habríamos imaginado.
Os dejo con una historia que se cita en el libro y que parece ser que se transmite generación tras generación en el pueblo de los indios navajos en Nuevo Mexico:
Mi interior es un campo de batalla. Por una parte el águila majestuosa, todas sus acciones están llenas de verdad, de bondad y de belleza. El águila que vive en mí vuela por encima de las nubes y aunque a veces baja a los valles, siempre deposita sus huevos en la cima de las altas montañas. Pero dentro de mí también vive un terrible lobo, él representa mis bajezas, se sustenta sobre mis propias caídas y justifica su presencia cuando dice que él también es parte de mí. El águila y el lobo luchan por extender su dominio a mis entrañas. ¿Quién ganará esta gran batalla?, aquel a quien yo cada día alimente.