
En diciembre de 2015 llevaba dos meses organizando y mejorando cómo trabajábamos. Estábamos cada semana más desbordados de trabajo. En diciembre pedí ayuda y expliqué la situación solicitando autorización para poder contratar más personas en el equipo. Mi petición fue rechazada y me dijeron que organizase mejor el trabajo del equipo. Llevaba dos meses haciéndolo, pero dio igual.
El mes de diciembre de 2015 fue un auténtico caos y estrés en el que todos/as sufrimos las consecuencias. Yo casi no puedo venir a España para ver a mi familia, pero en el último momento, pocos días antes de Navidad, me autorizaron venir unos 5 días, creo recordar.
Cuando volví a São Paulo aún me esperaba el reto de enero de 2016. Diciembre había sido solo la antesala del tsunami de trabajo que se nos iba a venir encima. Y así fue. Hacíamos lo que podíamos con los que éramos en el equipo.
Volví a insistir que necesitaba contratar más personas. No fue hasta final de enero 2016 que me escucharon, al ver con sus propios ojos la situación insostenible que teníamos. Aún me quedaba una dura prueba más de resiliencia.
Aunque me habían autorizado poder contratar las personas que pedí para poder aumentar la capacidad de trabajo del equipo, no había ni un lugar libre en la oficina para contratar a nadie. Asique me tocó aguantar dos meses más, hasta marzo de 2016, de presiones diarias, cuestionando mi trabajo y el de mi equipo. Una y otra vez repetía que necesitaba contratar más personas.
Por fin, en marzo de 2016, se liberó espacio en la oficina y pude contratar las personas que necesitaba.
Toda esta presión me pasó factura. Una factura en mi salud bastante grande. Me había roto por dentro. Pedí ayuda a una amiga mía, quien me recomendó una psicóloga y terapeuta holística, quien realmente fue una grandísima ayuda para mí.
Empecé a ir a terapia una vez a la semana. Lo primero era cuidar el cuerpo, que lo tenía bastante enfermo. Casi no dormía, mi alimentación era bastante mala, había tenido dos veces princio de gastritis, había estado en un neurólogo especialista en trastornos del sueño, y mi estado emocional era un continuo estado nervioso con muchísima ansiedad. Me pasaba las sesiones llorando.
Poco a poco, esta terapeuta me ayudó con sus masajes, aromaterapia, reiki y muchas otras herramientas, a estabilizar mi salud. En la terapia fuimos colocando en diferentes “cajas” cuáles eran mis responsabilidades y cuáles eran responsabilidades que yo estaba cargando pero que no eran mías. Yo sentía una losa de una tonelada encima de mis hombros. Tenía bastantes contracturas.
Después de identificar las responsabilidades que no eran mías, me tocó dejar de hacer el trabajo asociado a esas responsabilidades, y dejar evidencia que quien tenía que hacer este trabajo no lo estaba haciendo. Fue muy complicado hacer esto. Tuve que dejar que el trabajo no saliese, que saliese mal o que se estropeasen ciertas cosas. Y aumentó la presión sobre mí, porque claro, no querían que yo dejase de hacer todo ese trabajo que a mí no me tocaba pero que había hecho hasta el momento.
Con la terapeuta estuve trabajando mi auto-estima y mi asertividad. Para mantenerme firme y estable, y hacer respetar mis límites. A veces lo conseguía y a veces no. Fue un trabajo bastante duro.
Me apunté a clases de baile, empecé a dejar de atender el teléfono del trabajo los fines de semana, y poco a poco tener un horario normal de trabajo. Me costó unos tres meses sentirme bien de nuevo.
¿Cómo te has enfrentado a situaciones de estrés máximo donde tu salud se ha visto afectada? ¿Cómo has establecido tus límites?
ENTRADAS RELACIONADAS
[…] Vivir mi cruz (parte 6). […]
[…] la presión y el estrés al que estaba sometida me llevó a olvidarme de mí y poner en riesgo mi salud, física, mental y emocional, una persona me dijo “lo único que puedes hacer en este momento […]
[…] Vivir mi cruz (parte 6). […]
[…] Vivir mi cruz (parte 6). […]
[…] Vivir mi cruz (parte 6). […]