
Ser una persona compasiva no quiere decir ir dando abrazos a todo el mundo ni queriendo a todo el mundo. Sino saber poder límites. Esta es mi forma de vivir mi compasión hacia mí misma y hacia los demás.
Percibo muchas cosas cuando tengo a una persona delante mío. Incluso cosas sobre las que la propia persona no es consciente. Ser compasiva no quiere decir que tenga que decir a la persona todo lo que percibo, tampoco significa ponerme en modo «te voy a poner en tu sitio». ¿En qué sitio? Como si fuese yo una justiciera.
Tampoco se trata de herir despiadadamente a la persona sacando la crueldad más dura que la vida te ha enseñado. La crueldad no sirve para nada salvo para seguir alimentando el dolor de dos personas que no se reconocen entre sí. Lo más inteligente que puedes hacer es poner distancia con las personas que no te respetan. Limitar el contacto con ellas a lo mínimo indispensable. Y si puedes, dejar de verlas.
Todos somos amigos hasta que dejamos de serlo.
A veces pienso que la mejor forma de hablar con una persona es siendo objetiva. Lo que ocurre que cuando hago la lista de hechos, la persona siente como puñaladas cada uno de esos hechos. La persona se rebota, se enfada y me la tiene jurada para vengarse de mí.
Así que la mayoría de las veces, la mejor estrategia es callarme, y poner distancia con la persona. Y dejar que el silencio haga su trabajo. Es mucho más efectivo de lo que puedas pensar.
[…] mi paciencia para estar en paz y aprender a ser compasiva consciente. Todos llevamos nuestra historia personal, problemas, heridas y sufrimientos, pero no tengo ninguna […]