Hasta el día de hoy he aprendido que la cosmología, entre otros temas, estudia las relaciones que existen entre el desarrollo del universo y el desarrollo de la consciencia del ser humano como especie en la Tierra. Eso es lo que yo he aprendido. Haciendo registros de lo que me pasa cada día, voy observando ciclos. ¿Qué apunto? Por ejemplo: si me duele alguna parte del cuerpo, si estoy enferma, si estoy animada, triste, tensa, sin ninguna emoción, si escucho ruidos, pitidos o interferencias en los oídos, si puedo o no dormir, si estoy cansada, etc. Cada uno registra lo que entiende que puede ser importante. Yo registro qué siento en el cuerpo.
Y con las semanas y meses empiezan a aparecer ciclos que se repiten. O patrones. Y si solapo esa información con informaciones de nuevas herramientas de análisis sobre el comportamiento del ser humano, como un puzle encajan los patrones. Y es bastante sorprendente. Ante esta sorpresa la primera tentación que aparece en mi mente es pensar que puedo hacer algo para obtener un resultado deseado. Haciendo alguna prueba el resultado es evidente. No funciona. Solo puedo ser observadora, pero no puedo interferir. La existencia se desarrolla por sí misma.
Darte cuenta de los patrones solo me ayuda a poder relajar mi mente. Una mente super activa y consciente de muchísima información, de un cuerpo con muchísima sensibilidad desarrollada, y que no consigo poner nombre a todo lo que me pasa. Pero hay coherencia en los patrones. Así que la mente se relaja un poco, deja de generarme ansiedad en el cuerpo, y consigo estar un poco más tranquila.
Me gustaría que hubiese cursos de formación sobre estos temas, sobre estos ciclos o patrones. Poder poner nombre a la presión corporal. Que haya grupos de investigación que colaboren con la publicación de los descubrimientos que se realicen. Y cada uno, dentro de nuestro radio de acción y nuestras limitaciones, aplicar pautas que hagan nuestra existencia más llevadera y con sentido.