No me he dado casi cuenta que hace mucho que no he podido escribir en el blog. Y no ha sido por falta de cosas que contar sino más bien por un cambio de prioridades a la hora de dedicar mi tiempo. Como os comentaba en Aventura de una emprendedora llevo ya un año montando mi propia startup con un equipo de emprendedores en Las Rozas, o mejor MelRozas que es como lo llamamos. Desde septiembre de 2012 estoy inmersa en un mar de proyectos que hasta ahora me han mantenido con ilusión para seguir creyendo en mis sueños. He querido detenerme hoy para tomar un poco de perspectiva y compartir algunas lecciones aprendidas.
Inicialmente iba a empezar en un proyecto de exportación de productos españoles a Taiwán, pero se quedó parado porque había en marcha un producto para ayudar a la gestión que los ayuntamientos tienen que realizar con sus ciudadanos para mantener y conservar adecuadamente sus edificios. Fue en octubre de 2012 cuando mi tiempo estaba prácticamente enfocado a Admite City, que así es como se llama este proyecto. Mientras validábamos este modelo de negocio en el mercado, en el camino descubrimos una necesidad no cubierta para los técnicos que tienen que realizar las inspecciones técnicas de los edificios, que actualmente se llaman informes de evaluación de edificios. Y nos pusimos a desarrollar Admite Pro, que en breve saldrá al mercado y es el proyecto que más tiempo nos está requiriendo actualmente.
Después de estar siete meses sin tener ingresos y sin paro ni indemnización, porque me había ido de la empresa de forma voluntaria, empezamos a tener unos pequeños ingresos. Fue y sigue siendo una inversión que estoy haciendo en cada uno de los proyectos con esperanza a que consigamos encontrar un modelo de negocio que realmente funcione. Y en ese camino estamos todo el equipo.
Además de estos proyectos han surgido otros, como ser profesora en la EOI en el programa de Iniciativa Emprendedora para enseñar las herramientas que utilizamos para crear nuestros proyectos en la startup a gente universitaria. También he sido profesora en Thinkids Project, donde enseñamos esas mismas herramientas adaptadas en formato de talleres de campamento para niños y niñas entre 8 y 15 años. Las dos experiencias como formadora han sido y son muy gratificantes. Uno de mis sueños sería volver a mi facultad de Matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid para contarles mi experiencia y animarles a que crean en sus propios proyectos y cómo empezar con ellos. Otro de mis sueños es poder llevar al mercado proyectos que ahora mismo están en la universidad y que se quedan en las estanterías de las bibliotecas, y son fantásticos, tanto, que donde deberían estar es validándose en la calle. Y en ese camino estamos tratando de empezar colaboraciones con una profesora muy especial, gran profesional y excelente persona, Mª Carmen Fernández Panadero de la Universidad Carlos III. Seguro que algo bueno saldrá porque es increíble el trabajo que está haciendo con su equipo Gradient.
Os puedo contar que la aventura está siendo apasionante, que soy mucho más feliz que hace un año y medio y que soy mucho más valiente para tomar decisiones y atreverme a hacer cosas que hasta ahora no había hecho, tanto en el terreno personal como profesional. Nuestro mentor en la startup, Albert Ventura, me anima cada semana para hacerlo. Puedo hacer y deshacer todo aquello en mi vida que no me haga feliz.
No todo son alegrías. Tengo días de «bajón» en los que me entran dudas, miedo, cuando la incertidumbre me sobrepasa y no sé qué haré en unos meses. Nos acostumbran desde pequeños a vivir en un mundo de certidumbre, de seguridad, cuando todo es una falacia porque la seguridad no existe. Pero aprender a convivir con un alto nivel de incertidumbre lleva su tiempo de adaptación. Hace tan solo unos días me pasaba un buen amigo un artículo solo musculación y neuronas que me gustó mucho por las explicaciones que aporta sobre la generación de nuevas neuronas al hacer tareas nuevas. ¿Cuándo ha sido la última vez que has hecho un trabajo o tarea que nunca habías hecho?
Hay días en los que me miro en el espejo y pienso «qué orgullosa estoy de ti, cómo me gusta ser quien eres» y sin embargo otros días me miro y me pongo a llorar. En esos momentos suelo acudir a mi hermana Ana (somos gemelas), que ahora está en Estrasburgo trabajando y viviendo su sueño también como una luchadora nata. La verdad es que la echo mucho de menos. Aunque el fantástico Hangout de Google hace más llevadera la distancia. Cuando estamos bien nos gusta contarlo a los cuatro vientos y cuando estamos mal nos encerramos. ¡Pues no está bien encerrarse! Porque se entra en un diálogo interno contigo mismo negativo que lo único que hace es que estés más triste. Asique mejor habla con aquella persona o personas especiales que tienes en tu vida y pídeles ayuda. Muchas veces solo con hablar con ellas te sientes mucho mejor y te ayuda a soltar lastre.
En este año de aventura lo que he aprendido es a tratar de reducir los días de estado negativo. Tengo ciclos emocionales que se repiten: felicidad, entusiasmo, te crees capaz de conseguir cualquier cosa y luego la tristeza, el desasosiego, la angustia o el miedo. Trato de pasar el menor tiempo posible en los estados negativos. Pido ayuda si la necesito. Me repito «¿qué haría si no tuviese miedo?» y pienso cómo hacerlo. Cuando veo que llevo mucho tiempo sin quedar con los amigos por la carga de trabajo, pues les llamo y quedamos. Esto quiero cambiarlo y poder quedar con ellos con más frecuencia. Por el trabajo estoy renunciando a vida personal que me gustaría tener. No he dejado tiempo en mi lista diaria para hacer ejercicio, aunque la parte de alimentación trato de tenerla más o menos bajo control y comer lo más saludable posible. El ejercicio lo necesito cada vez más, sobre todo para desconectar, pero al final el trabajo me come todas las horas del día. En enero de 2013 quise apuntarme a un club de montaña y federarme para hacer salidas a la montaña con ellos. Pues no me apunté porque estaba saturada con el trabajo. Las horas de sueño tampoco son suficientes. Paso muchos días que duermo poco y que trato de compensar los fines de semana. Termino las semanas tan agotada que los fines de semana lo que quiero es dormir. Esto sé que no es bueno para mi salud y trataré de empezar a pensar acciones para cambiar estos malos hábitos que a la larga repercutirán en mi salud.
Lo que he aprendido es que aunque me guste lo que estoy haciendo en el trabajo, la pasión que le pongo, las ganas de sacar los proyectos adelante, y todo el crecimiento personal que me está suponiendo, también necesito poner límites, primero por mi salud y segundo para equilibrar mi vida personal. Echando la vista atrás, no es que ahora esté en un pico de trabajo sino que llevo en pico de trabajo un año. Creo que en esta situación se podrá ver reflejada muchas personas, sobre todo aquellas que trabajan en sus propios proyectos, y que sienten que tienen que hacer lo que sea para sacarlos adelante. Creo muy necesario poner límites a «hacer lo que sea» cuando ello te puede estar quitando tu salud. Espero ir contando con mayor frecuencia los progresos en mis proyectos y el desarrollo de habilidades.
- ¿Cómo están siendo los comienzos de tus proyectos?
- ¿Cómo encuentras un equilibrio en toda tu vida?
- ¿Qué límites has empezado a poner en tu trabajo?