En los últimos meses no me he olvidado de esta pequeña joya de blog que con tanto cariño e ilusión empecé a escribir hace ya dos años. Desde septiembre estoy inmersa en una gran aventura como emprendedora creando una serie de proyectos con un grupo de emprendedores tan soñadores como yo.
¿Cómo he llegado hasta este punto? Desde el año 2009 han ocurrido cambios muy importantes en mi vida a nivel personal y profesional. He desarrollado y descubierto habilidades que no sabía que tenía. He conocido gente estupenda que ha favorecido mi desarrollo y sobre todo he aprendido a conocerme a mí misma un poco mejor.
Profesionalmente hablando 2009 fue un año estupendo donde aprendí a un ritmo contra reloj muchísimo sobre Seguridad de la Información, en especial en el área de Desarrollo de Negocio. Trabajé sin descanso para ser lo mejor que podía ser en este área, aportando lo mejor de mí y estudiando continuamente. En el año 2010 se materializó todo mi esfuerzo en un contrato laboral. Fue pasando el tiempo y esa pasión desapareció en 2011. Quería retos que me permitiesen demostrar lo que era capaz de hacer y no los tenía donde estaba. Sabía que podía hacer otras cosas. Algo dentro de mí gritaba continuamente y trataba de callarlo porque no tenía ni idea de lo que quería decir. No sabía ni lo que quería. Dediqué muchas horas en redes a buscar aquello que me ilusionase de nuevo. Pasaban los días, las semanas y los meses sin encontrar nada, sino más de lo mismo, y mi ánimo iba decayendo poco a poco. Ideas locas en otros países cruzaban mi cabeza sin ningún resultado materializado.
En momentos bajos me ayudó leer el libro «Recuperar la ilusión» de Mª Jesús Álava Reyes. Su listado fantástico de actividades placenteras me ayudaba a tomar distancia con la situación y pensar en un plan distinto. Leí también el libro de «El elemento» de Sir Ken Robinson donde aprendí cómo otras personas habían descubierto la pasión de su vida. Me ayudó a identificar esos pequeños momentos de «estado de flujo», como decía Mihaly Csikszentmihalyi en su libro «Fluir (Flow): Una psicología de la felicidad«.
En enero de 2012 conocí, gracias a mi hermana gemela, a un grupo de emprendedores con los que compartía muchos más intereses de los que me esperaba. Diseñar modelos de negocio, técnicas de creatividad y mapas de empatía, eran algunos de los temas que aprendí en un taller gratuito que este grupo de personas impartía en su casa y al que mi hermana me invitó. El año 2012 fue un año donde me sentía más perdida que en ninguno de los años anteriores. Pasé la mayor parte centrada en mejorar mi nivel de inglés preparando un examen oficial que aprobé. En verano, tras las semanas de vacaciones, me di cuenta que llevaba arrastrando un estado de ánimo triste, sin ilusión, sin sueños en mi vida desde hacía demasiado. Y decidí, gracias a una oportunidad que se me había presentado a lo lardo del año y a la que no había prestado mucha atención, que podía cambiar todo lo que en ese momento no me gustaba y que me estaba machacando. En septiembre dejé mi trabajo para empezar una aventura como emprendedora con las personas que había conocido gracias a mi hermana y que me habían propuesto soñar con ellos.
Y desde entonces estoy inmersa en una aventura realmente genial que espero contaros poco a poco y con la que he vuelto a recuperar la ilusión, con la que me siento feliz. Es increíble el poder y la satisfacción que da ser conscientes que podemos decidir dejar de hacer aquello que no nos hace felices y ponernos en camino de hacer aquello que realmente amamos.
Me he sentido perdida mucho tiempo y ahora empiezo a ver sentido a todo lo que he estado haciendo mientras no sabía dónde estaba.
Quiero agradecer todo lo que me han enseñado y animado en este tiempo a mis amigos Gonzalo Álvarez y Marty Mallavibarrena. Muy especialmente a mi hermana Ana por ser un gran apoyo en mi vida y que me descubrió un mundo que ahora me apasiona. Y por último y no por ello menos importante a Néstor Guerra por darme la oportunidad de soñar para cambiar este mundo.