
El derecho a una vivienda adecuada aparece recogido en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Este derecho se debe considerar como el derecho a vivir en seguridad, paz y dignidad en alguna parte.
De acuerdo a este documento, elaborado por Naciones Unidas, una vivienda adecuada es mucho más que cuatro paredes y un techo. Se deben satisfacer los siguientes elementos para considerar que es una “vivienda adecuada”, además de existir oferta y disponibilidad básicas de vivienda:
- La seguridad de la tenencia: la vivienda no es adecuada si sus ocupantes no cuentan con cierta medida de seguridad de la tenencia que les garantice protección jurídica contra el desalojo forzoso, el hostigamiento y otras amenazas.
- Disponibilidad de servicios, materiales, instalaciones e infraestructura: la vivienda no es adecuada si sus ocupantes no tienen agua potable, instalaciones sanitarias adecuadas, energía para la cocción, la calefacción y el alumbrado, y conservación de alimentos o eliminación de residuos.
- Asequibilidad: la vivienda no es adecuada si su costo pone en peligro o dificulta el disfrute de otros derechos humanos por sus ocupantes.
- Habitabilidad: la vivienda no es adecuada si no garantiza seguridad física o no proporciona espacio suficiente, así como protección contra el frío, la humedad, el calor, la lluvia, el viento u otros riesgos para la salud y peligros estructurales.
- Accesibilidad: la vivienda no es adecuada si no se toman en consideración las necesidades específicas de los grupos desfavorecidos y marginados.
- Ubicación: la vivienda no es adecuada si no ofrece acceso a oportunidades de empleo, servicios de salud, escuelas, guarderías y otros servicios e instalaciones sociales, o si está ubicada en zonas contaminadas o peligrosas.
- Adecuación cultural: la vivienda no es adecuada si no toma en cuenta y respeta la expresión de la identidad cultural.
Por recomendación de mi hermana, conocí la película Push, película que ella conoció por Economistas sin fronteras gracias al postgrado de la UCM “Experto/a en Gestión y Promoción de Empresas de Economía Social y Solidaria”, postgrado muy recomendado, y la web de Economistas sin Fronteras también.
En esta película, la relatora de la ONU Leilani Farha recorre diferentes países para concienciar a los gobiernos para que tomen medidas sobre esta crisis mundial en relación a la violación del derecho a una vivienda adecuada.
Se habla sobre los entramados mundiales de la especulación inmobiliaria y urbanística, y la inversión de fondos buitres en activos inmobiliarios, provocando la gentrificación que sufren los barrios de muchas ciudades.
Propietarios que restringen los servicios, o no se hacen cargo de reparaciones, o no se ocupan de limpiezas de plagas que invaden las viviendas (por ejemplo ratones o cucarachas), etc. Y si abres la boca y te quejas, sufres acoso, te acusan de delitos gravísimos y te amenazan con echarte. Se convierte en otra forma de deshaucio.
Se habla de un gran desequilibrio entre la urbanización y unos salarios congelados, unido a unos precios inasequibles. La gente más pobre está pasando penalidades a unos niveles nunca vistos. Además, la clase media no puede permitirse vivir en la ciudad y ofrecer los servicios necesarios para la ciudad.
Me quedé en shock al conocer el sospechoso incendio en Londres de la Torre Grenfell, edificio pobre en mitad de un barrio rico. Los apartamentos de lujo invaden los barrios y se fuerza a echar a los propietarios que viven ahí desde siempre.
Otra de las personas que aparece en el documental es Saskia Sassen, teórica sobre la ciudad global, que estuvo en Madrid el pasado 11/11/2019 en el foro Telos de la Fundación Telefónica «Ciudades inclusivas, ciudades sostenibles» .
No sé cómo evolucionará esta situación. Yo sigo viviendo de alquiler sin poder acceder a comprarme una casa, mientras otros se montan su negocio de inversión especulando con la vivienda.
No hace falta que me vaya al otro lado del mundo, es algo que observo en mi realidad. Y al menos puedo pagar de momento el alquiler. Otras personas que conozco siguen viviendo con sus padres porque no pueden ni siquiera pagarlo, y otros siguen compartiendo piso con varias personas por la misma razón.
Quizás una posible alternativa son las cooperativas de viviendas conocidas como cohousing. O crear empresas en los pueblos para que las personas no tengan que hacinarse en las ciudades. Veremos cómo se desarrolla la vida los próximos años.