¿Recordáis la historia del granjero que siempre ganaba premios por la calidad superior de su maíz al mismo tiempo que compartía generosamente sus semillas?
Un reportero estaba intrigado por la historia de éxito de dicho granjero y le preguntó: «¿Cómo puedes permitirte compartir tus mejores semillas con tus vecinos?»
El granjero sonrió: «Los vientos atrapan los granos de polen de todos los campos de cultivo cercanos y los arremolina de campo a campo. Si mis vecinos cultivan maíz de baja calidad, es sólo cuestión de tiempo hasta que mi maíz se vuelva de un estándar similar. Por tanto, si quiero cultivar maíz de buena calidad, debo ayudar a mis vecinos a cultivar buen maíz también.»
Recordemos compartir nuestras «buenas prácticas» con nuestros compañeros. Nos volveremos más exitosos al ayudar a otros a serlo a su vez.
Tampoco debemos dejar que se aprovechen de nuestra buena voluntad. Según el refranero popular yo no «Echaría margaritas a los cerdos», es decir, no dar aquello que apreciamos a quien no lo aprecia o no lo quiere apreciar ni valorar.
Inspirador cuento. Me lo encontré hace años ya en un libro de Anthony de Mello y confieso que siempre me he animado a hacer lo que dice. Nunca tengo problema en enseñar mis «secretos» en los cursos que doy de seguridad o de presentaciones. Algunos me dicen: «Si lo cuentas todo, te van a copiar, sabrán tanto como tú». ¡Genial! Eso sería magnífico. Si gracias a eso Internet es un lugar más seguro o las salas de conferencias son lugares de intercambio cautivador de ideas y proyectos, entonces todos ganamos, y yo el primero. ¿Que me copian? Genial, la imitación es el mayor halago que podemos recibir. A mí no me asusta que me copien. Me asustaría que empezara yo a copiar.
Como decía Jodorowsky: «Lo que das, te lo das. Lo que no das, te lo quitas.»
Gracias por animarnos a todos a seguir compartiendo.