Hace ya demasiados días donde toda mi rutina se rompió. Mi cuerpo, creo que bastante sabio, se adelantó en procurar unos cuidados corporales que necesitaba. En el centro que me trataron justo el 12/03/2020, me dieron probióticos, complejo vitamínico con vitamina C, extracto de pepita de pomelo y zinc. A mi cuerpo le sentó bastante bien esta ayuda. Cuando llevaba 2 semanas de confinamiento, y mi estado de ánimo estaba por los suelos por la falta de sol, comencé a tomar suplemento de vitamina D3.
Tendría que seguir con los tratamientos, pero empezó el confinamiento, y el centro no es un centro médico. Así que, cerrado. No hay nada que pueda hacer.
Una semana después de iniciarse el confinamiento, perdí mi trabajo remunerado. Dentro del duelo que ya estaba pasando por la pérdida del estado de «normalidad», pues se sumaba un duelo más por el trabajo.
Y empezaron las pesadillas por la noche. Algún día sin poder dormir en toda la noche. Una de las noches tuve una parálisis del sueño, aunque en un arrebato de fuerza que no sé de dónde saqué, conseguí mover los brazos (no podía mover el cuerpo) y gritar dentro de mí (no podía hablar) «fuera de aquí, fuera de aquí», quitando un peso que había sobre mí sujetándome. Otra de las noches desperté de forma súbita, dando un salto en la cama, muerta de miedo y con el corazón super acelerado. Sin saber qué había pasado, sin poder recordar la pesadilla o lo que fuese que hizo que despertase con terror, encendí la luz, estuve respirando con la luz encendida, tratando de bajar las pulsaciones del corazón, y volver a tratar de dormir como pude.
Vuelve a mí un mensaje que un amigo me dio hace unos meses. «Necesitas aprender a perder». Esta persona me lo dijo en otro contexto completamente diferente. Pero se aplica perfectamente ahora.
Nunca me ha gustado perder. Descubrir mi diseño como coordinadora/proyectora, y darme cuenta de que había estado comportándome como iniciadora/manifestadora (emprendedora continuamente con ideas de negocios y proyectos nuevos) y como constructora/generadora (la super productiva que trabaja sin descanso hasta el agotamiento). Darme cuenta de que cualquier proyecto que trato de iniciar por mi cuenta no funciona. Y que la productividad medida por la lista de tareas finalizadas al final del día en la que se basan los tipos constructores/generadores y especialistas/generadores manifestadores, no es mi forma de trabajar.
¿Aprender a perder el control? Me gusta tener el control de las cosas. Y escucho a los astrólogos hablando sobre este tema, sobre soltar el control. Lo que pasa que no te explican cómo hacerlo. Como los estrategas y los de operaciones de las organizaciones, que el de estrategia se inventa cosas «brillantes» que luego el de operaciones no puede construir, porque no son capaces de reconocerse entre ellos y dialogar para colaborar en lugar de competir, competir a ver quién se cuelga la medalla y se lleva el mejor bonus o el ascenso.
Me cansan los teóricos, que sueltan un discurso, y luego no te explican cómo aplicarlo en la vida real.
Creo que se aprende a perder aceptando lo inevitable, sabiendo que has hecho todo lo que podías o sabías hacer. Estar disponible para un pequeño grupo de personas de confianza. Reducir mi control a una pequeña parcela, a mi cuerpo. Controlar mis hábitos. Controlar lo que como. Controlar las personas con las que me relaciono. Y poco más. Mantener una estructura de gastos fijos lo más austera posible, y seguir para adelante.
Perdí a mi madre cuando tenía 14 años. Y lo superé.
Encontraremos la forma de superar lo que nos venga. Tenemos una fuerza vital dentro de nuestro cuerpo que nos sacará adelante. Escúchala.
[…] huir del sufrimiento, del dolor, del miedo, de la incomodidad que puede provocarme la vida, aprendiendo a perder, y seguir dando pasos aunque no vea el final del […]